Abandonando la mímesis
Rothko
Por: Elizabeth Gutiérrez
Twitter: @elinauta
Durante varios siglos, el criterio para definir una obra de arte fue la
imitación: la obra debía semejar una realidad externa de la manera más exacta
posible, pues su objetivo era producir la ilusión de contemplar la realidad.
Así, al observar una pintura de Miguel Ángel o de Velázquez solemos admirar lo
reales que se ven los pliegues de los vestidos, el ejemplar uso de la
perspectiva o los grandes conocimientos de anatomía que poseía el pintor, ya
que el conjunto de esos recursos nos lleva a contemplar alguna escena gloriosa,
algún venerable personaje o un hermoso paisaje natural.
Velázquez
No obstante, en la época moderna la imitación dejó de ser el paradigma
del arte. Mientras la filosofía reflexionaba en torno al sujeto y a su propia
razón, el arte comenzó a indagar acerca de sus propios medios de representación.
Los temas del arte ya no eran las maravillas naturales, los mitos o las
verdades espirituales, sino el arte mismo y sus herramientas. Se trataba de ver
aquello que fuera peculiar y característico del arte y ya no de ver a través de
él alguna otra realidad. El arte moderno buscaba la pureza, aquello que le
fuera exclusivo. Por ello, la pintura moderna enfatizó sus rasgos no miméticos,
como el plano, la pincelada, la forma rectangular, el escorzo o el claroscuro.
Al reflexionar sobre sus propios métodos de representación, se acercó un poco
más a la comprensión de su verdadera naturaleza.
Monet
En el siglo XX, surgieron decenas de manifiestos de vanguardia en los
cuales los artistas exclamaban que habían encontrado la verdadera y única
manera de hacer arte. El impresionismo, identificado por los críticos como el
precursor de los movimientos vanguardistas, marcó un cambio radical en la
historia que obligó a los pensadores a redefinir el arte. De forma paralela, la
filosofía moderna intentaba establecer sus fundamentos y reconstruirse sobre
cimientos firmes. Fue un momento de autocrítica tanto para la filosofía y el
arte como para muchos otros ámbitos de la cultura. Con la pintura impresionista
y sus pinceladas evidentes y coloridas, se comenzó a mirar la pintura misma, en
lugar de mirar a través de ella. Las pinceladas, o los medios mediante los
cuales la pintura representaba algo, no eran ya simples vehículos que debieran
pasar desapercibidos, sino que podían formar parte del significado de la obra.
Van Gogh
En las décadas siguientes, las pretensiones fueron en aumento: el arte
no debía imitar formas, sino crear formas. Para manifestar la verdad del arte,
había que despojarlo del disfraz de la mímesis. Sin embargo, en su mayor parte,
el arte moderno estuvo aún definido por el gusto, por la belleza o las
cualidades estéticas de la obra, por la armonía de color o de composición que
mostrara.
Kandinsky
El fin de las vanguardias abrió camino al arte antiestético de Duchamp,
quien, al instalar su emblemática taza de baño, exclamaba que la belleza no es
una propiedad esencial del arte. Como resultado de estas y subsecuentes
transgresiones, el arte contemporáneo goza (o padece) de un estado de libertad
casi total, derivado de la ausencia de un relato legitimador.
Esto significa que la diferencia entre una obra de arte y un objeto
común no puede establecerse a partir de un criterio perceptivo: pueden ser
exactamente iguales.
Duchamp
Por tanto, es preciso comprender el arte actual desde el ámbito del
significado o del sentido. Lo importante es el modo en que una obra de arte
encarna un sentido. El arte contemporáneo es, más que nunca, cercano a la
filosofía. Es por ello que no es sencillo interpretarlo o apreciarlo: es
exigente, transgresor, desafiante y multiforme. No hay un criterio simple que
nos permita decir qué es arte y qué no lo es. Sin embargo, la magnitud del reto
no debe desanimarnos, pues las posibilidades que abre el arte actual son
también de gran alcance. Aceptemos el desafío.
Giuseppe Penone
Con tu permiso (bueno sin él) lo he copiado y metido en facebook en página:————————–>> Arte Actual
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Magnífica exposición, sobre todo el resumen o párrafo final.
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